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martes, 6 de octubre de 2009

Del siglo pasado: un poema de Guillem A. Tell

Guillem A. Tell Lafont pertenece a ese grupo de poetas humildes y olvidados de la literatura catalana. “Mestre en Gai Saber” (título que se daba a los que habían ganado los tres premios de los Juegos Florales), su obra poética recogida en libro a instancias de sus familiares se publicó póstumamente, ya que falleció cuando le faltaban sólo por corregir las pruebas del índice. El título del libro se presenta humilde como el autor: Poesies (Impremta La Renaixensa, Barcelona, 1929; se hizo una segunda edición en 1971). Cuando preparaba este post, me he percatado que el libro puede leerse enteramente on-line (también esta vez, supongo, por empeño de sus descendientes); dejo aquí el enlace para quien le interese.
Yo me limito a transcribir el poema Enterro, sobre la sepultura de un niño, algo que en aquel entonces era menos excepcional que ahora (en nuestras latitudes se entiende, lamentablemente en otras partes los niños siguen siendo sepultados con escalofriante y escandalosa frecuencia).
(El poema en catalán es una obra de arte; he puesto la traducción castellana en letra más chiquita y sólo para casos de urgencia, en la confianza que la bondad de los entendidos sabrá disculpar la extraordinaria distancia cualitativa que hay entre original y traducción; aunque este outsider ha procurado no traicionar excesivamente, la devaluación salta a la vista. Perdón, pues, perdón y clemencia).

ENTERRO

Es mor la tarda silenciosa i clara
en mig dels flams de la rogenca posta,
dalt del fossar de l’enasprada costa,
una tomba d’un nin oberta encara.

El plor amarguíssim nostres ulls amara,
que el trist adéu, per sempre més s’acosta
al llir caigut de la florida brosta,
que té la terra eternament avara.

El devassall de flames de l’altura
enrogeix la muntanya i la planura,
i abans d’endur-se’n els colors que moren,

els núvols plens de lliris i de roses,
reflecteixen les flors sobre les lloses
on els nins dormen i les mares ploren.















ENTIERRO

La tarde silenciosa, en agonía,
arde rojiza por crepuscular.
Se halla en el cementerio sin cerrar
la tumba de un chiquillo todavía.

El más amargo llanto nos inicia
al ritual de la triste depedida.
Adiós al lirio fresco en su caída,
tomado por la tierra y su avaricia.

Vuelcos de llamaradas de la altura
enrojecen montañas y llanura.
Los colores que mueren atesoran

nubes llenas de lirios y de rosas
con reflejos floridos en las losas:
los niños duermen y las madres lloran.













4 comentarios:

si, bwana dijo...

¡Precioso poema y su traducción, perfecta!

Jordi Morrós Ribera dijo...

Para Outsider.

Muchas gracias por el poema.

Tantas veces como he pasado por la calle Guillem Tell de Barcelona y desconocía por completo que este señor fuera un poeta de tanta enjundia.

Ya se sabe, a la cama no te irás sin saber una cosa más.

Hasta la próxima.

maria dijo...

Ostres!Sí que és bonic...quina ignorància la meva, ni em sonava.

Criteri dijo...

Poesia que se entiende, gusta y emociona. Lo leeremos. A ver si lo pones de moda, como yo a "mi Jaume :)"