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lunes, 24 de junio de 2013

Por fin, desde Montserrat sobre Forcades

Hombre, ya era hora. Es verdad que no se menciona el nombre, pero la referencia es clarísima. Por fin, alguien desde Montserrat tiene la valentía de disentir y darle un vocacional azote en el trasero. ¿Recuerdan estas declaraciones de Teresa Forcades?:
"La inmunidad de Benedicto XVI, respecto de su requerimiento judicial como posible encubridor de pederastia -inmunidad que se mantendrá, siempre que siga en el Vaticano-. Me parece una decisión inadecuada, y veo que nadie lo cuestiona. Esa inmunidad demuestra de nuevo que la estructura de institución eclesial es opaca y no representa a la mayoría de católicos." (publicadas en El Periódico en el mes de marzo).

Pues ahora lean esto publicado nada menos que en Serra d'Or de este mes de junio:
"(la serenitat i humilitat de Benet XVI) ...no les han pogut ofegar les calúmnies que des de dintre de l'Església veuen en la decisió de romandre dintre els murs vaticans el privilegi de la immunitat davant delictes que els mitjans més sensacionalistes ni tans sols han pensat inventar. Més aviat són una prova ulterior que la purificació de l'Església -aquella brutícia de què Ratzinger parlava en el Viacrucis de poques setmanes abans de ser elegit- és tan necessària en ambients clericals com en persones insatisfetes que malbaraten la vocació rebuda al servei del Regne."
No lo traduzco porque me parece que, no siendo el catalán un idioma esotérico, se entiende bastante bien. Por supuesto, el subrayado es mío. Quien ha escrito esto no es un ultracatólico de la caverna españolista, ni un inquisidor, ni uno que busca tres pies al gato. Se trata del monje Bernabé Dalmau, de la abadía de Montserrat, quien hizo el año pasado sus bodas de oro de profesión monástica, bien conocido como liturgista, predicador de retiros, traductor, etc.. Ahora vendrán los defensores de Forcades y, faltos de otros argumentos, dirán que este viejito chochea.

sábado, 8 de junio de 2013

Donde no es posible el empate

Siempre hemos oído decir que el portero es San Pedro, que para algo se supone que tiene las llaves. Pero, futbolísticamente hablando, el portero es el demonio. Así lo planteó un sacerdote internado en un psiquiátrico. Así lo publicó hace más de treinta años en una revista literaria. Sin duda, adolece del paso del tiempo, porque hoy no se lleva tanto la táctica, entonces generalizada, del 3-2-5. Y, a diferencia del fútbol, aquí el balón no es inerte, sino que, en última instancia, le corresponde la decisión, la determinación muy determinada, sobre en qué botas quiere estar, en qué portería quiere entrar.
En fin, aquí os lo dejo, mientras pienso que algunos locos tienen a veces una extraordinaria lucidez: