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viernes, 26 de octubre de 2012

Cristianos guay y chicas de oro

Los primeros días de octubre nos trajeron dos eventos eclesiales multitudinarios en Barcelona, aunque con protagonistas bien distintos.

Evento multitudinario número 1: la cena de Catalunya Cristiana y Radio Estel. Exitazo, según los organizadores. Mil personas. De ellas, calculen que un centenar fueron comensales institucionales, fueron porque tocaba. De Obispos, sólo salen en las fotos nuestro Cardenal y su Auxiliar. ¿Será que los demás no fueron fotografiados o será que no estaban? Cuesta creer que Vives o Novell dejaran escapar el flash correspondiente. O será que estos medios son 99% barceloneses. Será. En las fotos del acontecimiento la que sale hasta en la sopa es Marina Rossell, diríase que oficiaba como madrina del acto. Los demás comensales, en su inmensa mayoría, cristianos guay.
El cristiano guay catalán constituye una especie bien diferenciada. Normalmente milita en UDC, partido que, como es sabido, es muy sensible a la cuestión catalana, pero que cuando se trata, por ejemplo, de la defensa de la vida opta por abstenerse, ya que tal tema es “muy complicado” y, además, los cristianos guays son siempre y en todo muy modernos. Los cristianos guays suelen ser ortodoxos, pero a su modo, es decir en el mismo grado de conocimiento del francés de aquel chiringuito de la Costa Brava: “on parle français, però no gaire” (se habla francés, pero no mucho). El cristiano guay, si es laico, estudia en el ISCREB, donde un profesor guay le revela, por ejemplo, que, oooooohhhhhh, Jesús sólo instituyó dos sacramentos y que los demás son inventos de la Iglesia, lo cual es una información ideal para no confesarse, para relativizar la indisolubilidad matrimonial, para tener al ministerio presbiteral en la desestima que se merece y para considerar la unción de los enfermos algo parecido a las velas cruzadas de San Blas. Al cristiano guay no le gusta la palabra “caridad” y, en su lugar, prefiere hablar de “solidaridad” que es más transversal (la transversalidad es siempre muy guay); en general, al cristiano guay no le gustan las virtudes y prefiere los valores, porque, en el fondo, las virtudes hay que currárselas mientras que el valor se le supone. El cristiano guay suele ser bastante reacio a arremangarse y dar el callo; él entiende como solidaridad el ímprobo trabajo de la concienciación, de los comunicados-del-colectivo X, la Carta por la Paz y otras zarandajas de poco o nulo efecto práctico, pero que lucen mucho , especialmente si están subvencionados gracias a unos políticos muy guays (no hay que olvidar que al cristiano guay le cuesta también rascarse el bolsillo y en este sentido sí que hay que reconocerle a la cena de marras un éxito imprevisto). Al cristiano guay, si es diácono permanente, le gusta remenar les cireres (lo siento, estoy de un vago que no me da ni para traducciones, les pongo la de Google: remover las cerezas, toma del frasco). El cristiano guay es muy ecuménico; le fascina, por ejemplo, cómo inciensan los ortodoxos en sus liturgias, pero si usted le cuenta el complejo modo de incensación que preveía la antigua liturgia católica el cristiano guay le dirá que eso son tonterías preconciliares. El cristiano guay catalán, cuando se canta el Credo, frunce el ceño y baja el volumen de voz al llegar al “ro-ma-a-na” . El cristiano guay político, cuando se aprobó el Estatut, no dijo ni pío respecto a la “salud reproductiva y sexual” (todos sabemos lo que eso quiere decir, pero él prefiere no enterarse o interpretar modo suo, porque ya se sabe que queda guay y aggiornato). El cristiano guay nunca utilizaría este singular tan machista y sin duda se referiría a "los cristianos y las cristianas guays". El cristiano, si es monja y extraordinariamente guay, viste velo y pantalones; si no es tan guay, viste como las chicas de oro, de modo que puede confundirse con ellas, aunque en el momento que abre la boca revela una insensatez de la que aquellas carecen. El cristiano guay, si es religioso, no está en el mundo, pero es del mundo y se le reconoce pronto porque tiende a poner una sonriente cara de cretino. El cristiano guay o es profesor o es funcionario o, simple y llanamente, vive del cuento (reconozco que en esto no se diferencia de un servidor). El cristiano guay, cuando su trabajo consiste en tratar con personas, dice que “trabaja con”; ejemplos: trabajar con marginados, trabajar con sin techo, trabajar con discapacitados; curiosamente, las más de las veces ese “trabajar con” equivale a rellenar fichas. El cristiano guay asiste a cursos del Centre d’Estudis Pastorals, ese centro que teóricamente debería servir para formarnos a los pastores, pero del que huimos porque, puestos a perder el tiempo, preferimos incluso leer Catalunya Cristiana o escuchar Radio Estel; por cierto, el último cuaderno que han editado sobre (traduzco el título, que este es fácil) La espiritualidad en la comunidad cristiana. Guía de buenas prácticas merece, con mucho merecimiento, un post aparte. No quiero olvidarme de que el cristiano guay catalán, si es clérigo, asegura que la culpa de sus repetidos fracasos pastorales la tiene Rouco Varela. En fin, no quiero cansarles, porque me parece que a estas alturas la figura está suficientemente definida.

Evento multitudinario número 2: Encuentro de voluntarios de Cáritas en el Fórum. Bastantes miles más que en el evento anterior. Hay que reconocer, sin embargo, que el cubierto era más barato e incluía final en la Basílica de la Sagrada Familia. Si uno mira las fotos, se percata de que la mayoría eran chicas de oro. Pero si para las Golden Girls de la tele lo importante era ligar, para estas de nuestras Cáritas, lo importante es atender necesidades. Y lo hacen día tras día y semana tras semana. Aguantando ingratitudes y a veces incluso protestas desabridas, porque hay necesitados que necesitan mucho y lo reclaman incluso exigentemente. Cuando alguna vez un cristiano guay atiende alguna necesidad, lo cual suele ser de higos a brevas, lo califica como una experiencia-muy-enriquecedora. Las chicas de oro no necesitan enriquecerse con experiencias, sino que lo que hacen es para ellas una cuasiobligación de la fe que profesan, de la fe que les mueve. Tal vez no asistan a largas charlas sobre la concienciación y el cambio-de-las-estructuras, pero su labor, esa calificada peyorativamente como puramente asistencial, es una labor necesaria. Sí, realmente son chicas de oro, lo son por los muchos quilates de su splendor charitatis.





Sólo una observación final: Supongamos que Catalunya Cristiana y Radio Estel fueran medios exclusivamente de la diócesis barcelonesa. La diócesis de Barcelona tiene, si no me equivoco, 209 parroquias. Echando cuentas, a mí 1000 comensales no me salen ni a 5 personas por parroquia. Exitazo. Pero qué guay...



miércoles, 17 de octubre de 2012

El “independentista” Taltavull y los centinelas de Occidente

Taltavull, que suma muchos/as fans en las parroquias barcelonesas por las que pasa, no me cae ni bien ni mal. Es una persona de trato correcto, dialogante, ortodoxo. Un obispo más, como tantos hay en la Iglesia católica, gente que cumple su función lo mejor que puede y sabe en un mundo difícil de evangelizar. No siempre he estado de acuerdo con él y, cuando lo he creído oportuno, he expresado desde este minúsculo rincón mi desacuerdo. Por ejemplo, cuando hace unos meses hizo pública su nota “Por una comunicación objetiva y veraz”. Sin embargo, el ataque que está sufriendo desde determinadas tribunas en relación a lo que dijo (o a lo que interpretan, tergiversándolo, que dijo) en una entrevista de Catalunya Radio me parece tan injusto que me creo en el deber de dedicarle unas líneas desde mi celda.
Una traducción de la entrevista al castellano la ha realizado Pablo J. Ginés en Religión en libertad con una honradez y un tino que ya quisiéramos que abundara más entre los comunicadores católicos.
Si de algo peca Taltavull en la entrevista, es de bondad y de inocencia. Enfrentarse a una profesional como Silvia Cóppulo no es moco de pavo y habría requerido de una capacidad de zafarse que su Excelencia no posee. Hoy en día una entrevista en un medio de comunicación en directo acaba siendo o un masaje reconfortante (cuando el entrevistador se dedica a hacer la pelota) o un auténtico pugilato (para el que hay que estar mínimamente entrenado). Su Excelencia tal vez debería mejorar la ascesis, la colaboración con la gracia, y no fiarlo todo a la asistencia del Espíritu...
Entre los centinelas de Occidente que han salido a la palestra, esos que desde su altísima torre de vigía reparten pasteles o pedradas, se cuenta un sacerdote de Jaén, un cráneo privilegiado, un prodigio de erudición, alguien a quien, si no fuera por su esforzada modestia, se disputarían las mejores universidades del mundo. El hombre es profesor de religión y moral católica en un instituto, cargo para el que te designan a dedo (normalmente el dedo del Delegado diocesano de Enseñanza), de lo que resulta que los colegas de otras materias, que se han tenido que currar sus buenas oposiciones, te miren (acaso con no poca razón) por encima del hombro. Pues bien, este señor va y nos dice en su blog que Taltavull (dejo aparte a Novell, para no alargar y no mezclar churras con merinas) es un obispo “víctima de la Logse”. En la primera redacción del post decía más cosas, pero quizá hasta él mismo se ha dado cuenta de que despotricar estaba muy feo, así que ha revisado el texto (lástima no haber hecho una captura, porque los calificativos eran antológicos).
De todas maneras, para don Tomás, el Obispo Taltavull, pobre criatura, es una víctima de la Logse socialista. Yo quiero creer a don Tomás, pero se me hace difícil si tenemos en cuenta que don Sebastián terminó su educación (si incluimos la enseñanza superior) hacia 1970.
Uno sigue leyendo y se entera de que don Tomás ha ejercido también de psicoanalista, pues atribuye a don Sebastián sueños imperiales (¡collons!), infantiles (esto corrobora lo que yo decía de la inocencia) y perniciosos (si no saben ustedes lo que son los “sueños perniciosos”, es que, víctimas también ustedes de la logse, no han leído a Clemente de Alejandría). Después don Tomás saca a colación unas palabras de Benedicto XVI que cualquiera, desde un maestro de pueblo a un premio Nobel de literatura interpretaría, pobret, como relativas a la unidad cultural europea; pero en realidad, don Tomás, como no es víctima de la logse, es capaz de ir a su oculto meollo y sabe colegir de ellas, al parecer, la pontificabilidad de la unidad de España.
No sigo, porque lo más triste es que, si ustedes leen atentamente lo que dijo el bonachón de don Sebastián en la entrevista, no advertirán en sus palabras ninguna proclama independentista. Advertirán en la entrevista, como bien escribe Pablo, el afán de instrumentalizar a la Iglesia por parte de una curtida periodista cathoprogre y la distancia desdeñosa que emana de Ridao, ese tipo que se atreve a hablar de la Iglesia y los impuestos (hoy la Iglesia tiene en materia de impuestos el mismo exacto tratamiento que pueda tener ERC, podría haberle dicho Taltavull si hubiera tenido un poco de malicia, como podía haberle recordado que fue a ERC y no a la “privilegiada” Iglesia a quien la Caixa condonó unos milloncejos de deuda).
En fin, que nada, que lo que propone don Tomás es que don Sebastián tiene que volver a reeducarse (!). Así estamos, el ministro Wert queriendo españolizar a los niños y el cura De la Torre queriendo reeducar a nuestros obispos. Que quieren que les diga, al menos Jiménez Losantos cuando a contrario sensu contribuía al independentismo desde sus micrófonos de la COPE (pastores de la unidad) era igualmente cerril, pero tenía más maestría. Claro que como Jiménez Losantos y Taltavull deben ser más o menos de la misma quinta, pues nada, eso, todos víctimas de la logse. Hala, hala, a reeducarse tocan.


viernes, 12 de octubre de 2012

Un año para despertar nuestra fe adormecida

Empezó el año de la fe. Y eso lo saben bien gente como ese grupo que toma su nombre de Is 35,2 (Vg). No les conozco, aunque a veces tengan la bondad de enlazarme. Pero está claro que tienen contactos internacionales. Se diría que hasta un tal Renzo, en Roma. De otro modo no se entiende que, con tan larga ceremonia y con tanto mitrado participante, el montador haya escogido precisamente el momento de la cabezadita de nuestro Cardenal. Miren, miren, que yo no me invento las cosas (está en el segundo 42):

martes, 2 de octubre de 2012

Waka waka frailuno

Supongo que a la letra de la cancioncita se le puede dar también cierta interpretación en clave religiosa y hasta en clave de vida religiosa. 
Supongo que este meneo de hábitos a más de un alma fervorosa le parecerá, si no impúdico, inapropiado, poco compuesto y poco acorde con la consagración de quienes los visten.
Supongo que a otras almas les parecerá un derroche de alegría y concluirán que estos rostros reflejan cierta inocencia, cierta carencia de maldad que se goza en el hecho comprobado de transmitir alegría al respetable público.
Supongo que es difícil conjugar esto con la teoría de que las vestimentas religiosas imponen en su mismo vuelo cierta obligada lentitud, cierto ritmo pausado necesario para el rezo coral, para detener el tiempo y asomarse a la eternidad (doy fe de que se puede correr con maxifalda, lo verdaderamente enojoso es querer subir escaleras con ella si se tienen las manos ocupadas).
Supongo que la juventud sigue siendo divino tesoro y no supongo, sino que constato que estos colegas están en mejor forma física que coreográfica.
Y vamos por Todo, por el Todo de veras, ojalá.