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sábado, 21 de septiembre de 2013

Su Santidad, un poquito de por favor









Puestos a reformar la Curia vaticana, no sería mala idea nombrar un Pontificio Consejo o una Congregación para la Interpretación auténtica de las declaraciones papales. Entre mi feligresía parroquial empiezo a advertir cierta desorientación. La señora S.P., profesora de instituto, me escribió ayer un email: “El Papa ha dicho que es de izquierdas”. El señor L.R., que tiene 90 años y que es papista desde los 20, según afirma él mismo con orgullo, me dice hoy: “Lo que pasa es que este Papa un día dice una cosa y al día siguiente otra; ayer que no había que estar siempre machacando con el aborto, y hoy habla contra el aborto”. El Padre G., al hilo de las palabras dirigidas por su Santidad a los religiosos en el sentido de que los conventos vacíos no han de convertirse en hoteles sino en hogares para refugiados, comenta molesto: “Pues que empiece por destinar a ello esos apartamentos papales que no ha querido utilizar”. La señora C.V., divorciada que vive en pareja con otro señor desde hace años, me dice llena de alegría que pronto va a poder comulgar otra vez, que le dicen que el Papa ha dicho que se va a poder, y que esto demuestra que la prohibición que ha sufrido estos años no tenía razón de ser, que se debía a una Iglesia carca que por fin va a cambiar.
Dejo aparte las tergiversaciones interesadas de ciertos medios. Está claro que no es lo mismo no ser de derechas que ser de izquierdas, de la misma forma que si uno dice que no es bombero no hay que inferir que es un pirómano. Es verdad que hay cierta tendencia a manipular, incluso inconscientemente, allí donde el deseo de oír X hace oír X donde no se ha dicho más que Y. Es cierto que nadie tiene absolutamente todo “claro y seguro” y que nadie puede pretender tener respuesta a todas las preguntas. Ahora bien, no es menos cierto que tenemos derecho a esperar de quien tiene el ministerio de la unidad más claridad que confusión, argumentos serios que vayan más allá de lo emocional y lo pasajero, más respuestas que preguntas. El Papa Francisco, como decía un actor de teatro, tiene gancho, es un gran comunicador. Exacto y demostrado desde el primer momento. Pero mala cosa si la facilidad de comunicación no va unida a un mensaje preciso, o sí o no, no a un ni sí ni no sino todo lo contrario.
Examinemos, por ejemplo, esta declaración: “En los lugares donde se toman decisiones importantes es necesario el genio femenino”. Mientras no se demuestre lo contrario, en el seno de la Iglesia católica las decisiones importantes las toma quien está revestido de la dignidad episcopal: el obispo de Roma, los obispos reunidos en Concilios o Sinodos, las Conferencias episcopales, cada obispo en su diócesis, etc. Habrá organismos asesores, lobbys, intereses creados y todo lo que ustedes quieran, pero el lugar de la decisión lleva mitra.  ¿Cómo interpretar que ahí sea necesario el “genio femenino”? ¿Quiere decirse que en el futuro habrá que considerar la consagración episcopal de mujeres, lo cual parece católicamente bastante revolucionario?   ¿O bien hay que entender que podrán ser obispos varones casados, con lo que el “genio femenino” estaría presente a través del derecho de consorte? Tal vez quepan más posibilidades de interpretación, algunas tan absurdas como asegurarse de ordenar obispos a varones afeminados... ¿Obispas? ¿Obispos casados? ¿Obispos mariquitas? Probablemente nada de todo esto, o mejor, probablemente ni esto ni nada, en realidad tal vez no quiso decir nada, aunque superficialmente parezca una declaración genial, pero sería triste que el Papa hiciese declaraciones de hablar por hablar, sólo para contentar a quienes se conforman fácilmente con superficialidades, con gestos, con signos, con consignas.
Mientras tanto, siente uno la tentación de hacer oídos sordos cuando alguien te comenta lo último que ha dicho el Papa, resignarse a dejar que la gente se ilusione tontamente, callar respetuosamente, acallar al corazón y al cerebro cuando se interrogan sobre el qué, sobre adónde vamos, dedicarse a la oración y al ayuno, esperar confiadamente en las palabras del Señor, portae inferi non praevalebunt.

jueves, 5 de septiembre de 2013

El Papa Francisco en el punto de mira

Me han llegado por varias vías dos FWD que vienen a manifestar la alarma por un posible intento de asesinar al Papa Francisco. Para colmo, el predicador de los ejercicios espirituales que nos ha tocado en suerte este año, un viejecito que debería estar dedicado a menesteres internos en su congregación en lugar de seguir dando la murga con esquemas postconciliares tan caducos como infecundos, lo afirmó también: “se lo van a cargar, se lo van a cargar...”.
El primero que recibí era la reproducción de un artículo de alguien tan fiable como José Manuel Vidal, bajo el título “¿Francisco es un peligro o está en peligro?”. Parte  el ínclito periodista de las declaraciones del jesuita José Enrique (Ruiz de) Galarreta. Para ubicar al sacerdote (condición que ostenta supongo que a su pesar) Galarreta basta leer algunas de las cosas que escribe. Ahí van dos muestras:
Primera muestra (exegética): «Finalmente, no podemos olvidar el estilo habitual de estos sermones penitenciales. "Apartaos de mí, quedaros fuera, el llanto y rechinar de dientes"... son imágenes, no definiciones dogmáticas. Si alguien saca de aquí conclusiones sobre el infierno y la condenación eterna, está violentando los textos y exhibiendo su incultura.» Así que si ustedes leen el Catecismo y cuando trata sobre el infierno encuentran la cita en su número 1036 (que no hace más que transcribir la Lumen Gentium), pues nada, ya saben ahora, gracias a Galarreta, que aquello fue redactado y revisado por un comité de teólogos, exegetas y catequistas dedicados a violentar los textos, bajo la dirección de una comisión de incultos cardenales y obispos dirigidos por el inculto cardenal Joseph Ratzinger. Lo bueno que tienen los jesuitas como Galarreta es que saben como nadie predicar la humildad...para los demás.
Segunda muestra (sobre la Eucaristía como banquete fraternal travestido por el poder dominante en sacrificio): «Este alejamiento producido por las mediaciones se refleja bien en la celebración del Santo Sacrificio. También aquí, el sacerdote es mediador, intermedio entre los fieles y lo que se celebra. Es un intermedio alejador. En la cena fraterna no hacen falta mediadores porque la comunidad se reúne en el recuerdo del Señor, presente en la Palabra, sentido en la Oración, presente en el Signo. En el Santo Sacrificio de la Misa son necesarios los mediadores, los sacerdotes, los pontífices, es decir, los que se declaran puentes entre la comunidad y Cristo. Es una falsa mediación: no es mediación para acercar, sino para alejar. Primero se crea el barranco y luego los mismos que lo crean se declaran puentes. Pero la comunidad cristiana se ha dado cuenta de que los que se dicen puentes no lo son; son más bien el barranco mismo. Ni la teología metafísica, ni el sacrificio redentor ni los sacerdotes que lo ofician son puentes que unen a Jesús, sino barrancos que nos apartan de él». Como para besarle la mano al Padre Garraleta. Lo malo que tienen los jesuitas como Galarreta es que acaban teniendo razón respecto a ellos mismos, son verdaderamente alejadores.
El otro personaje citado por Vidal es el omnisciente Leonardo Boff, quien dice que en el Vaticano hay “una historia de muchos asesinatos desde hace mucho tiempo” y recuerda el caso de Juan Pablo I. Total, que se quieren cargar a Francisco, cuidadín.

El segundo FWD, bajo el título “La Curia romana contra el Papa Francisco” es más divertido, aunque circula sin firma. Algunos ponen como referencia al pie la Red Mundial de Comunidades Eclesiales. No extraña que nadie dé la cara. Ahí se mezclan dentro del grupo de los malos malasombra el Opus, los Iluminatti, etc. No sé si la fuente será el confesor papal, pues se dice que el Papa Francisco tiene el designio secreto de ordenar mujeres. No sé si habrá intervenido Método 3 o Snowden, porque se nos dice que Benedicto XVI confió a Francisco que había renunciado ante el temor de ser envenenado. Si lo ven por ahí, no se lo pierdan, porque parece, además, redactado por alguien que lamentablemente no parece haya tenido oportunidad de frecuentar mucho la escuela.

La ventaja de los profetas de calamidades es que siempre aciertan. Así que si lo matan, dirán que ellos ya lo advirtieron, y, si no lo matan, dirán que estuvieron a punto, que casi, que Dios lo protegió. Un Papa, como cualquier Jefe de Estado, está siempre en el punto de mira. Por eso, hay montado en torno a él un sistema de seguridad. Por eso, su decisión de vivir en Santa Marta tiene sin duda un valor simbólico, pero por otra parte habrá resultado bastante cara, porque supone rehacer todo el sistema de seguridad papal y eso no es gratis. Por ahora, aparte de ciertos nombramientos (que no han recaído precisamente en personajes de adscripción progresista), los cambios estructurales han sido más de fachada, de superficie, que de profundidad. En cuanto a esas modificaciones con las que algunos se ilusionan, tanto en cuestiones morales (particularmente moral sexual), sacramentales (acceso de la mujer al sacramento del Orden) o canónicas (supresión del celibato obligatorio) de momento no se concretan y no van más allá de ciertas declaraciones puntuales que, por su misma ambigüedad, nada indican y en rigor sólo sirven para despertar cierta nostalgia de la precisión terminológica y claridad intelectual del Papa anterior.
El problema no es el impulso de enemistad o de querer mal, se puede querer asesinar a uno o a otro, cada cual tiene sus enemigos. ¿Quién soy yo para juzgar a los enemigos del Papa Francisco, si buscan al Señor y tienen buena voluntad? El problema es si hacen lobbys, los lobbys no todos son buenos: lobbys de admiradores de Madonna, lobbys de corredores de los Sanfermines o...O, sin ir más lejos, el lobby de pijoprogres que ha decidido que ahora toca alarmar sobre el peligro de muerte violenta que acecha al querido Papa Francisco.
Bromas aparte, hoy por hoy, digan lo que digan los Vidales, Boffs, Galarretas y tantos otros que toman el nombre del Papa en vano, dejando aparte malas novelas o sospechas que jamás pueden convertir conjeturas en verdades, el único Papa al que en los tiempos modernos quisieron y casi lograron asesinar fue a ese polaco revolucionario y progre llamado Juan Pablo II.