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martes, 24 de marzo de 2009

Este himno sí que es una penitencia

La Comisión Episcopal de Liturgia tiene gente sesuda, muy estudiada, la ha tenido siempre. Doctores tiene la Iglesia, dicen. Gente que le da cuarenta vueltas a un Outsider ingenuo y poco leído, que consiguió el Bachillerato en Teología a trancas y barrancas. Pero ya se sabe que la ignorancia es muy atrevida y que si el papel no se queja, el teclado menos. Así que me permito opinar que una mala tarde la puede tener cualquiera y la tuvo la Comisión Episcopal de Liturgia al aprobar el himno sugerido para los sábados de Laudes en el tiempo de Cuaresma. Hay dos maneras de recitar o cantar el Oficio divino. Una es limitarse a leer lo que el librote dice sin hacerse más problema; la otra es tratar de conectar con lo que se está diciendo (lo cual no siempre se consigue de buena mañana, todo sea dicho). Pues bien, es una verdadera penitencia año tras año llegar al sábado por la mañana y tener que empezar la jornada recitando un himno ñoño, extemporáneo, que queriendo ser mariano resulta verdaderamente memo. El autor es Gerardo Diego, sin duda un poeta genial, pero que también pudo tener una mala tarde. Y la tuvo. Hay que decir en su descargo que el poema abría originalmente un Via Crucis y que cambiar su destino, con las oportunas omisiones de ciertas décimas, es atribuible a la Comisión sobredicha.

Vean si tengo razón o no. Empecemos con la primera estrofa:

Dame tu mano, María,

la de las tocas moradas;

clávame tus siete espadas

en esta carne baldía.

Quiero ir contigo en la impía

tarde negra y amarilla.

Aquí, en mi torpe mejilla,

quiero ver si se retrata

esa lividez de plata,

esa lágrima que brilla.


La de las tocas moradas ya se ve que no es una María cualquiera (y debe haber bastantes, para que el autor tenga que explicitar a cuál se dirige). Lo de las siete espadas rezado en el Oficio divino es meter una devoción particularísima (la de los siete dolores) dentro de lo que es la Oración oficial y general de la Iglesia, que normalmente se adhiere fielmente a la Biblia (el evangelio, que yo recuerde, sólo hace referencia a una espada que le atravesará, etc.). Total que empezamos el día dándole la mano a María y pidiéndole que nos clave espadas (suponemos que con la mano libre). Y vamos con ella en la tarde negra y amarilla (será por los colores del Club Voleibol Torrelavega, claro, Gerardo Diego era de Santander...). De todas maneras, marchar con María o sin ella en la tarde a las siete menos cuarto de la mañana pues que no, que no pega mucho, no es precisamente lo que se denomina veritas temporis. Lo de querer ver si algo se retrata en la propia mejilla también tiene su punto, nunca se me había ocurrido llevarme a la capilla un espejito, pues de otro modo no sé cómo sea posible verse la torpe (qué adjetivo más certero y significativo, ¿eh?) mejilla.

En fin, vamos a la siguiente, que tampoco tiene desperdicio:

¿Donde esta ya el mediodía

luminoso en que Gabriel,

desde el marco del dintel,

te saludó: Ave, María?

Virgen ya de la agonía,

tu Hijo es el que cruza ahí.

Déjame hacer junto a ti

ese augusto itinerario.

Para ir al monte Calvario,

cítame en Getsemaní.

Claro, si estamos en la tarde negra, no es extraño que se añore el mediodía luminoso...Pero seguimos en lo mismo, lo rezamos por Laudes y en este tiempo ya hay luz, así que... Lo de estar situado Gabriel en el marco del dintel también es recurso de malabarista (en el caso del arcángel diríamos recurso de equilibrista, a no ser que en Nazaret tuvieran dinteles de medio metro). Y no me negarán que es pero que muy triste que un poeta de la talla de Gerardo Diego tenga que utilizar el adverbio "ya" en dos versos para poder cuadrar el octosílabo. Lo de "el que cruza ahí" recitado suena de maravilla... Finalmente le pedimos a la Virgen-ya-de-la-agonía que nos deje ir con ella y que nos cite en Getsemaní (pero...¿no nos había dado ya la mano?). Yo no sé muy bien qué pinta la Virgen en Getsemaní, de qué extraño evangelio olvidado se habrá extraído este dato, pero a estas alturas del himno a uno ya le da igual que le citen en un sitio u otro, la cuestión es llegar a los salmos que después de esto saben de maravilla.

En fin, vamos con la tercera tipo de aquí-va-la-despedida:

A ti, doncella graciosa,

hoy maestra de dolores,

playa de los pecadores,

nido en que el alma reposa,

a ti, ofrezco, pulcra rosa,

las jornadas de esta vía.

A ti, Madre, a quien quería

cumplir mi humilde promesa.

A ti, celestial princesa,

Virgen sagrada María.

Por no saber, uno a estas alturas no sabe si está en las Laudes de Cuaresma o en el mes de mayo, con lo de la vía no sabe si es religioso o ferroviario. En todo caso, lo mejor del himno son los dos últimos versos: a) porque están tomados en préstamo del "Bendita sea tu pureza"; b) porque con ellos se acaba este conjunto de disparates.
Bromas aparte, tal vez sería una buena idea que los de la Comisión Episcopal actual (quienes no tienen culpa de lo que hicieron sus antecesores) cuando preparen una nueva edición se planteen si vale la pena mantener este himno donde está, si vale la pena mantenerlo, si vale la pena, si vale...

11 comentarios:

si, bwana dijo...

Hoy me va a sentar la comida de maravillas; es que la risa es mucho mejor para la digestión que las Rennie. Repetiré la lectura de su post de hoy, se lo aseguro.

Jesús Cotta Lobato dijo...

La verdad es que, tal como lo plantea usted, las décimas de Gerardo DIego no son muy propias para sre cantadas en misa. Yo preferiría un himno más recio, de caballero a su dama. Ex corde, Cotta

Alvaro dijo...

Je,je, así es fácil ejercer de Outsider...

Pero yo no tengo la dirección de quien hace esas aportaciones. Deberia exigir rectificaciones, completando una solicitud humildisima ante el organismo regulador. Es su derecho. Yo seguiré rezando por la mañana, esta otra: Oh! Señora mía oh Madre mía, yo me ofrezco enteramente a Vos y en prueba de mi filial afecto os consagro en este día, mis ojos, mis oidos, mi lengua mi corazón. En una palabra, todo mi ser. Ya que soy todo vuestro, Virgen de Bondad, guardadme y defendedme como cosa y posesión vuestra. Amén. Pero con más corazón, más vida y más alma. Cosa que con estas palabras se puede. Con esas otras casi casi te lo impiden.

La Calculadora del gestor de siniestros de transporte dijo...

Ese poema, el de las tocas moradas lo publiqué en mi blog en febrero. (Quizás tenga usted razón y el poema sea malo, pero sonar suena...)

Para mi descargo y de Gerardo Diego, publique otro en marzo que espero que le guste más. Saludos.



“Era ella
y nadie lo sabía,
pero cuando pasaba
los árboles se arrodillaban.
Anidaba en sus ojos
el Ave María
y en su cabellera
se trenzaban las letanías.
Era ella.
Me desmayé en sus manos
como una hoja muerta,
sus manos ojivales
que daban de comer a las estrellas.
Por el aire volaban
romanzas sin sonido,
y en su almohada de pasos
me quedé dormido”

Gerardo Diego

Anónimo dijo...

Outsider, te has olvidado de la humilde promesa, parece que hay que conjeturarla y embocarla como en una adivinanza.

Anónimo dijo...

Outsider,es usted genial,¿como puede decir que es poco leido?yo lo leo todos los dias,incluso los dias en que ud.no publica nada,yo leo los comentarios y tiene ud.gente muy selecta en su blog,me gusta como es ud.por lo menos lo que se refleja de ud.en sus posts.La verdad es que hoy me ha alegrado el dia,siga con ese humor tan sano,es bueno para todos.Gracias.

Arts and Crafts dijo...

No sabía que ser pater podía ser tan peligroso, ahora reconozco el mérito que tiene este ministerio...

Luis y Mª Jesús dijo...

Si le consuela es peor tener que oir las canciones de los chavales.
Un abrazo

Alejandro Martín dijo...

Pero qué horror... Esperemos que alguien haga algo pronto con la liturgia...

Clara García dijo...

A mi siento disentir de su opinión me parece un poema precioso y encuentro bastante ofensivo, respecto a quien va dirigida, su comentario.Anda que intentar enmendar la plana al mismo Gerardo Diego...hay que ser soberbio madre mía¡¡¡

Outsider friar dijo...

Es lo bueno que tiene la libertad de expresión, Clara. Que a mí no me parece de lo mejor que escribió Gerardo Diego y a usted le parece precioso... De gustibus… Lo de la ofensa no sé a qué viene; precisamente se puede ser muy mariano y devoto y no por ello admitir sin discernimiento todo lo que se diga dirigido a María. Y uno no enmienda la plana a nadie. Simplemente doy mi opinión sobre un himno que se halla en la versión castellana oficial de la Liturgia de las Horas. ¿Soberbio? Soberbio es el soneto sobre el ciprés de Silos, ahí sí que Gerardo Diego mostró su maestría poética, perdón, Maestría así con mayúsculas, que sí. Eso no equivale a que todo lo que escribió (y escribió mucho) fuera maravilloso. Aquello fue un capolavoro y esto es, con todos mis respetos, un churro.