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martes, 3 de febrero de 2009

Del siglo pasado: las niñas toreras y el parte médico


En 1908 publicó Pere Aldavert su duodécimo libro, que tituló, precisamente, Per fer la dotzena. Es un compendio de artículos; de entre ellos, para compartir el buen humor, he extraído un fragmento del que lleva por título Las niñas toreras; para general comprensión lo he traducido al castellano, aunque con ello pierda parte de su gracejo y aunque esto tal vez hiciera fruncir el ceño a su autor, fundador de La Renaixensa y uno de los iniciadores del movimiento catalanista.

"Una de las cosas en las que vale la pena fijarse es en la nota que extienden los médicos de los toreros, y de las toreras, porque también hay médicos de toreras, cuando a éstas, jugando al escondite con la bestia, les ocurre una desgracia....¡Pobre Manuela Gonzalvo!...Hace dieciséis meses que mató al primer toro en Sóller después de haber capeado y banderilleado el tiempo reglamentario. Y desde aquel día de Sóller su vida fue una sucesión de éxitos, hasta que toreando a beneficio de la Hermandad de la Carretería, un toro la pilló y la hirió de mala manera poniéndola en peligro de muerte. Si fuese hombre, con toda seguridad el doctor Sánchez Lozano habría cumplido con un pronóstico reservado, expresión que no dice nada y parece decir mucho. Le habría jeringado la herida con agua hervida (si no hubiera tenido la de farmacia), y como los toreros hacen como las gallinas que curan en cuatro días, aquel pronóstico reservado, que equivale a un no me lío, le habría acreditado como un gran cirujano...Está mal la muchacha. La herida, según dice el doctor Sánchez Lozano, tiene medio palmo de profundidad, y va de fuera a dentro. Ya ven que el doctor de Sevilla no repara en minucias cuando se trata de asegurar lo que desde aquí podría asegurar cualquier pavo real. No teme perder la fama certificando con puntos y comas que el cuerno antes de llegar a la carne tuvo que horadar la piel. ¡Pobre muchacha! Sólo tiene veinte años y hace ya varios que corre por esos mundos de Dios poniéndose en cada fiesta a dos pasos de la muerte para engordar a los empresarios y llevarse ella una miseria. Porque a las niñas toreras se las trata como a las que cosen pantalones, que por una docena, poniendo ellas el hilo, vienen a darles una peseta. Hacían la corrida de Beneficencia por la noche porque por la tarde debían necesitar los sevillanos la plaza para otra cosa...Llovió a cántaros un ratito antes de empezar, tronó y relampagueó, y en medio del chapoteo, arreglátelas Manuela con los toros, y si te agujerean de fuera a dentro, y el doctor Sánchez Lozano no te cura, ya cuidará de ti el sepulturero que ese nunca falla...Consolémonos sabiendo que la pobre Manuela tiene a su alrededor a las demás niñas toreras, que como veladoras suponemos que no tienen precio, dejando pequeñas a las monjas del Hospital. Igual hacen con ella como los toreros de la cuadrilla con el primer espada, que no se separan ni un momento de la vera del herido, con lo que guárdenos Dios de tener que respirar en aquella habitación. Seguro que no falta humo de cigarros y tufo de aguardiente por corridas que estén las cortinas y por mucho que abran las ventanas...Manuela tal vez escape de tal martirio, porque las niñas toreras sólo fuman cuando van en tranvía. Dicen que en casa los habanos les dan tanto asco como al resto de las mujeres..."

Ea, ahí queda, esta gente sí sabía escribir artículos. Han pasado más de cien años y ahora el humor es más burdo, la ironía más elemental, más superficial el talento. Ellos escribían artículos, nosotros blogs. Tal vez no todo ha cambiado. Los toros siguen corneando de fuera a dentro, vamos, no sé, digo yo, no soy médico.

5 comentarios:

Alvaro dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Alvaro dijo...

No me ha eliminado, he sido yo mismo que gafe una palabra. Decía que a pesar de ser catalán, ese paisano vuestro, no me diréis que no se le quedó el gracejo sevillano en esos pocos días que debió estar ahí, viendo a la Manuela. ¡Qué sarsa mi niño!

Marga dijo...

Nunca me había parado ha pensar en cuál sería la reacción de un médico con una torera.

Hay que reconocer que a veces las mujeres hemos sido mimadas...
El otro día una jovencita había pinchado la rueda y buscaba a quién pillar por si le podía ayudar.
Me dijo que ya no se para nadie para ayudarte a cambiar la rueda.
He de reconocer que de jovencita me ayudaron a cambiarla.

Luis y Mª Jesús dijo...

Ahora prima la velocidad de las comunicaciones, trabajar éstas en el "tiempo real". Se vive la anticipación de la información, generando expectativas, independientemente de la "realidad real", pero no en beneficio de la belleza y el humor, como en el bello texto con que nos deleitas, sino de la "primicia" a través de imputaciones con perfecta indiferencia de la verdad, sabiendo que la información es breve y se olvida luego.
Hace poco leía una conferencia de un Cardenal sobre este tema y el daño que este vértigo de la comunicación provoca en transmisión intergeneracional de valores -indispensables para la estabilidad democrática- sólo infundibles al precio de la claridad, la paciencia y el tiempo.
Gracias Outsider.
Un abrazo
María Jesús

maria jesus dijo...

Bonito articulo, guardo una colección de ellos que coleccionaba mi padre