
Mala cosa cuando la indignación es una eximente del esfuerzo. Pongo un par de ejemplos no generalizables, no sé si frecuentes o no:
R. lleva once meses en el paro (en la empresa llevaba 12 años). Es administrativa, tiene 43 años, formación en FP admtva, un nivel pasable de inglés, sin cargas familiares (salvo hacerle la compra a su madre y llevarla a pasear un ratito cada día). Ha echado currículums en todas partes, ha hecho cursillos subvencionados variopintos, etcétera. Una tarde a la semana colabora todavía con la Cáritas parroquial clasificando ropa y, si hace falta, descargando alimentos cuando los traen del Banco de ídem. Me llama la semana pasada, el lunes por la mañana. Ha tenido una entrevista para un trabajo y le han preguntado sobre su nivel de Acces; les ha dicho que no tiene ni idea, pero que para el miércoles habrá aprendido (!). Yo utilizo Acces para algo tan simple como las 200 etiquetas de un boletín bimensual, le digo que no sé mucho, pero que venga. Viene a verme, abre su viejo ordenador portátil y cuando veo la pantalla de Acces 2007 me quedo con la boca abierta (yo utilizo el 2003) y no sé por dónde empezar porque la mitad de las ventanas no las entiendo. Más mal que bien le enseño a diseñar los diversos campos de una tabla, le digo que los formularios son fichas y que los informes son los listados, y que veo muy difícil que para el miércoles (día en que tiene la prueba final) consiga dominar el programa. Soy muy positiva, recuerda. Caramba. Ya en su casa el lunes por la tarde se baja un manual intermedio de Acces 2007 por internet. Hinca codos, le da jornada intensivísima al portátil y el miércoles, después de dos noches de no dormir mucho, va a la entrevista. Ayer firmó el contrato, son seis meses, horario de trabajo de 8 a 15, va a seguir ayudando en Cáritas.
J.M. tiene 26 años. Estudió Filología Catalana. Hace unas semanas se quedó en el paro. Trabajaba en una tienda de informática que se fue al garete. Al día siguiente de quedarse sin empleo fue a comprarse una tiendecita de campaña y la plantó, indignado él, en la Plaza de Cataluña; allí ha estado manifestando su indignación, poniendo cartelitos con frases ingeniosas y a ratos tocando el bongo (actividad, como todo el mundo sabe, harto reinvindicativa).
Entre el esfuerzo y el bongo, la verdad, yo prefiero lo primero, aunque resulte más difícil. Y bien mirado, lo cortés no quita lo valiente, miren si no a mi primita M.T.; estudia Ciencias de la Educación, se paga la carrera haciendo de canguro y todavía, si puede, batukea, como aquí: