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martes, 12 de mayo de 2009

Del siglo pasado (o casi): curiosa publicidad

O casi, porque en realidad es de finales del XIX, en concreto de un número de La Semana Católica de Octubre de 1897. La cosa se publicaba en Valencia. En sus páginas, además de clamar contra protestantes, racionalistas, masones y muy especialmente socialistas (reseñaba un meeting en el que “con voz campanuda” había perorado el “tantas veces derrotado candidato socialista Pablo Iglesias”), incluía el folleto dos páginas de una publicidad que hoy, por mor del cambio del habla y de las costumbres, amén de mi reconocida ignorancia histórica, se me antoja cuando menos curiosa. Vamos con la primera:


Fíjense en la Antigua Funeraria de Bárbara Arnal, donde se podía encontrar variedad de ataúdes incluso los de sepulcro. Esto nos hace pensar que unos ataúdes se utilizaban para sepultar a los cadáveres mientras que otros se destinarían tal vez para bañarse o para almacenar mermeladas. O bien había unos majos y lujosos que se alquilaban para conducir hasta el cementerio y otros más ordinarios que serían de sepulcro y a donde eran traspasados los cadáveres antes de soterrarlos. Tal vez los que no eran de sepulcro tenían un mercado secundario, se permitía la multipropiedad o se alquilaban exclusivamente para la ceremonia exequial. No era mala cosa, además, que la funeraria anunciada arreglara los entierros hasta dar sepultura al difunto, no como otras que debían arreglarlos diciendo: “bueno, familia, aquí tienen ustedes un pico, una pala y un manual de instrucciones en chino”.
Las niñas del Colegio de Santa Teresa tenían el derecho de solicitar ser acompañadas a sus casas. No dice si los padres de las susodichas podían decir algo al respecto. Seguramente las timiduchas lo solicitaban cotidianamente. Las más espabiladas, hartas de las monjas, lo solicitaban más raramente, aunque siempre cabía la venganza de decidir que, como me han castigado, que se fastidien y alarguen la jornada laboral: “hermana, me acompañe a casa hoy”.

Vamos con la segunda página que tampoco tiene desperdicio:


Nótese que el pintor Tena contaba con personal inteligente y católico. Ay, que ya quedan pocos con estas cualidades. Si hay algo peor que una habitación empapelada por un ateo, es que encima sea un burro de tres pares de narices. Estas características, afortunadamente, no siempre van juntas, pero a veces sí, y hoy más que entonces. Hay que tener pero que mucho, mucho cuidado, porque en menos de ná te empapelan la habitación en horizontal y citando a Nietzsche, y encima la culpa la tiene el sistema o los maestros. Como aquel maestro que le dice al alumno: “Está usted más gordo que instruido” y obtiene como respuesta: “Eso es porque quien me da de comer es mi padre y quien me instruye es usted”.
Ah, pero los cirujanos-dentistas de entonces como el tal Costa... ¡Eso eran cirujanos-dentistas y no los de ahora que se han sacado el título en la República Dominicana! Y qué respeto más exquisito por los derechos del paciente... Se extraían las muelas por medio de la anastesis local, si el paciente lo solicita. Esto es un poco ambiguo porque no se sabe si lo de la solicitud era en relación a la extracción o a la anastesis. Pero en cualquier caso era el paciente el que mandaba. No como ahora que como asientas a la extracción, en un pispás te endiñan el spray y el jeringazo anestésico sin tu permiso, sin importarles si eres de Bilbao o si preferirías unos tragos de biocazalla, ay, qué tiempos los de 1897...
Pero, además, ellos sabían quién era realmente el enemigo de la familia más temible por traidor. No, no, ni la masonería, ni el socialismo, ni los lobbys homosexuales o abortistas, como pretenden esos católicos siempre obsoletos y despistados. Que ya en 1897 se sabía que el verdadero enemigo era el contagio, que no sus enteráis. Y tenían hasta el remedio: la desinfección formólica de domicilios. Ya saben, aquellos que creen que la institución familiar tradicional está en peligro, nada de manifestaciones, ni de cartas al director, ni presencia en los mass-media. Simplemente hay que pasar por la farmacia y pedir el preparado adecuado, aunque no sé yo si se necesita receta o esto del formólico es como la antibaby del día después, a discreción. Por si acaso, mejor que saque la receta mi padre en el ambulatorio, que así me sale gratis.

6 comentarios:

si, bwana dijo...

Esta entrada le ha quedado que ni pintada por personal católico. Me la voy a guardar para repasarla de vez en cuando.
¡Desternillante!

Freak dijo...

Llegué tarde a la anterior, pero a tiempo esta vez.
Sí, son muy curiosos e interesantes este tipo de publicidades. Con un márqueting arcaico y hasta naif. Lo de "inteligente y católico", impresionante.
Eran otros tiempos. Tan cerca, tan lejos. Qué rápido olvidamos, pero está a la vuelta de la esquina.
Un saludo.

¿Nos va a contar el origen de su vocación y la reacción de su familia? ¿Le molesta que se lo pregunte?

Jordi Morrós Ribera dijo...

Estos ejercicios de girar la vista atrás sirven entre otras cosas para darse cuenta de que los lenguajes y las formas cambian y que el auténtico reto está en ir hacia lo esencial de la vida.

blogcoólico dijo...

Pues no veo yo que las antiguas funerarias fueran a dar instrucciones en chino, puesto que todavía hoy las regentan mayormente gente del país. Todavía.

Luis y Mª Jesús dijo...

No sé, a mi esto de la desinfección formólica de domicilios me recuerda a Bibiana, si hubieran desinfectado a tiempo ahora no estariamos contagiados de esa estupidez que tanto daña a la familia.
La verdad es que estoy obsesionada no por lo que dijo sino por lo que quiso decir.
Un abrazo

Lycaon dijo...

Esto era publicidad y no las tonterías ególatras y pretendidamente intelectuales que hacen ahora. Personal católico, claro, ¿qué puede haber mejor?