
Ha armado un revuelo limitado. Me refiero a la campaña del
"Bus Ateo". No ha faltado algún parroquiano aislado que ha puesto el grito en el cielo, pero en general la cosa no ha pasado de ahí. El arzobispado de Barcelona ha publicado una
nota aclaratoria y supongo que en más de una homilía, especialmente hoy que es festividad de la Epifanía, se escuchará alguna referencia a la campaña. Estos días he salido sólo lo imprescindible y no sé si los autobuses circulan ya con el simpático mensajito: “Probablemente Dios no existe. Deja de preocuparte y goza de la vida”. El
probablemente supongo que es una concesión de buen rollo o de muy mala idea, según se mire, aunque en conjunto la frasecita de marras me recuerda a aquella tira de Calvin & Hobbes en la que están ambos tumbados sobre la hierba mirando al cielo; Hobbes pregunta: "¿Crees en Dios?" y Calvin, después de un silencio, responde: "Alguien tenía que existir para fastidiarme".
Se diría, por la campaña montada, que, al contrario de lo que se dice, Dios fastidia más a quien menos cree en Él. A los creyentes Dios puede inquietarnos, pero no fastidiarnos. Inquietarnos de sana inquietud, digo, inquietarnos ocupándonos, no preocupándonos. Tal vez el "deja de preocuparte" signifique algo así como "no te hagas preguntas", o sea, que renuncies a preguntarte sobre el sentido de la vida, del universo, del ser humano. Cuidado, porque decir "no te preguntes" equivale a una propuesta de reducción. Los creyentes no renunciamos a preguntarnos sobre eso, a pesar de que la fe no nos da todas las respuestas. Nuestra fe es un camino arriesgado, a veces incómodo, con deberes arduos, pero un camino guiado, conviene recordarlo hoy que celebramos la Epifanía, guiado por un Dios que no quiere aplastarnos ni angustiarnos, sino encontrarse con nosotros, descubrirnos una felicidad plena.
¿De verdad nuestra fe nos convierte en personas amargadas, gruñonas, tristes, antipáticas? Tal vez algún gruñido se oiga de vez en cuando, es verdad. Pero la mayoría de creyentes que yo conozco son gente que trata de amar a los demás, que tienen voluntad de servicio, que viven esperanzadamente su día a día, para nada infelices ni cansados de vivir.
Tal vez la campaña de marras tenga también su efecto benéfico. Tal vez consiga, en un mundo a menudo indiferente y sumiso, sin otra orientación de felicidad que reír payasadas de profetas como el Gran Wyoming, ni otra preocupación (esto sí que preocupa) que llegar a fin de mes, que haya quien se plantee la probabilidad de que Dios exista y de que este bus de la existencia vaya a alguna parte.
Dios existe, no renuncies a preguntarte, goza de una vida plena.