Sentí perderme anteayer la
presentación en Balmesiana de un Diccionario de Conversos. Son
peajes culturales que conlleva la eucaristía vespertina y/o la
atención al despacho parroquial. Vivimos afortunadamente un tiempo
importante de conversos. Por más que la increencia o la des-creencia
campen a sus anchas en nuestro mundo, sea en su versión
minoritariamente seria y reflexiva, sea en su versión gregaria y, a
veces, dolorosamente "chusmera", no faltan tampoco peregrinos que
regresan, descubren o redescubren el hogar de la fe, el cobijo del
Absoluto, tras un largo periplo bajo la intemperie de lo relativo y
lo absurdo. El Te puede pasar a ti de Juan Manuel Cotelo, un converso recogiendo
testimonios de conversos, puede ser un buen ejemplo.
Pero hoy quiero traer a colación otro
ejemplo, no por pijo menos auténtico. Se trata de la
charla-testimonio que María Vallejo-Nágera dio en Badajoz hace unos
meses y que desde hace un tiempo está disponible en You Tube.
Sugiero, para quien no halle suficiente tiempo disponible para
engullirlo entero, que lo visione en un par de episodios como yo
mismo tuve que hacer. La charla, ante un público entregado y un
sacerdote al lado con cara de incómodo o de inquieto, se ingiere
bien. De la conversa nos puede resultar un tanto cargante el pijerío,
el apasionamiento o un cierto espiritualismo rezumante, pero se
advierte en ella una sinceridad que ya quisiéramos en muchas voces
mediáticas. Lo del Alzheimer hubiera sido mejor evitarlo, porque
como analogía es a la par desacertada y probablemente hiriente. Lo
de Medjugorje sigue siendo un interrogante. Da la impresión de que
las supuestas apariciones, con tan inusitada frecuencia y tanto
mensaje (no siempre claramente ortodoxo), no se las cree Su Santidad ni gustan en Roma. Pero, por otra
parte, hay demasiadas conversiones y mueve demasiada gente como para
articular un rechazo claro, así que uno cree que en la Santa Sede
están esperando sin decir ni que sí ni que no, como aguardando a un
Medjugorjeleaks o algo parecido. De momento, ahí está el testimonio
de esta mujer, cuya conversión, si atentos estamos, no proviene, Deo gratias, de
ningún vidente ni de ninguna aparición, sino de esas cosas que
suceden inexplicablemente e inexpresablemente en el hondón del alma.
2 comentarios:
A veces parece como si a los católicos nos costara un poco creer en la acción oculta y subterránea pero bien evidente del Espíritu en la vida de las personas, y el Espíritu cuando actúa probablemente no sabe mucho ni de edificios religiosos o profanos, ni de ritos ni de formulaciones dogmáticas, ni de planes pastorales o intrigas episcopales, sea dicho todo esto con el máximo de respeto y sin la más mínima acritud.
Muy agradecido por avisarnos del acto en la Balmesiana. Aquí en Barcelona en el terreno de la fe la información también va un poco por tribus y a mí la información de la Balmesiana no me llega. Sólo matizaría a los promotores del libro (sin duda muy interesante) que afirmar, visto desde estas alturas del siglo XXI, que San Pablo se convirtió al catolicismo es algo así como "rizar el rizo". San Pablo se convirtió a la Buena Nueva de Jesucristo que con los siglos ha dado pie a distintas confesiones cristianas, y entre ellas sin duda la Iglesia católica que como los ortodoxos pueden reclamarse como de tradición apostólica. De hecho la gran conversión de San Pablo fue hacer el proceso desde el judaísmo hasta la gran labor de expansión del cristianismo.
Lo que pasa es que siendoVallejo-Nájera tira un poco para atrás, pero todo sea por abrir la mente
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