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martes, 5 de abril de 2011

De goteros y comunicaciones




Acompañar durante algunos ratos a un colega hospitalizado da para interesantes reflexiones. Hace unos días, al anochecer, después de calcular inútiles cadencias mirando hacia fuera (las luces de señalización de la torre de comunicaciones de Collserola: 40 parpadeos por minuto) o hacia dentro (el descenso del suero fisiológico: 31 gotas por minuto), acabé meditando, desde aquella quinta planta y sus vistas privilegiadas, en cómo ciertos contenidos ideológicos van mediáticamente infiltrándose en la conciencia social. Cuando volviendo los ojos hacia el exterior percibes detrás de las cortinas de las viviendas próximas el movimiento de luces de los televisores y si miras hacia el interior percibes cómo las gotas de las soluciones salinas, de los antibióticos, de los calmantes, discurren lenta pero inexorablemente por tubitos hacia la sangre de quien pasiva y pacientemente los recibe (para eso es un paciente), acabas planteándote ciertas cuestiones.
Te preguntas, por ejemplo, si la generalidad de nuestros contemporáneos, a base del bombeo constante de los medios, no va admitiendo ciertos presupuestos morales cada vez más acríticamente, si no los consume sin necesidad de asumirlos a partir de la deliberación personal. Se me ocurren ejemplos que resultan paradigmáticos sin ser los únicos: la indiferencia ética del aborto o incluso su consideración como derecho, la exacta equivalencia entre heterosexualidad y homosexualidad, etc. ¿Hasta qué punto en nuestra sociedad de liberales no predomina el dejarse llevar por la corriente en boga, por la moda y los modos ideológicos? En un mundo en el que el librepensamiento se erige como el gran estandarte, ¿no camina mucha gente por vías cada vez menos libres y menos pensadas? Preguntarse sobre el porqué de la aprobación o reprobación de ciertas conductas, ¿no se presenta cada vez más como una cansada tarea frente a la cual muchos se revelan como mentalmente asténicos, como too lazy?
En mi humilde opinión, lo más preocupante hay que situarlo en el alcance dogmático que algunos de estos contenidos morales están alcanzando. En la medida en que no se discuten (y precisamente para que no se discutan) se van convirtiendo en doctrina y suscitando inquisidores que vigilan cualquier atisbo de disidencia. Me preocupa que muchos de mis conciudadanos arrastren consigo un invisible gotero que, en lugar de sanar su existencia, les va proporcionando un alimento sucedáneo y desde luego más fácil de digerir que la verdad, unos componentes de amplio espectro capaces de anular el más microscópico cuestionamiento de vida, unos anestesiantes que les dispensan del dolor de las propias decisiones.
Curiosamente los creyentes somos etiquetados frecuentemente por nuestros contemporáneos como escasos de juicio, como esclavos institucionalizados, como rebaño aborregado. Pero en noches como estas, con a lo lejos el Tibidabo iluminado (despilfarro, cierto), cuando sería más cómodo y acomodado y socialmente rentable el rendirse, no puedo evitar sentirme, mientras pienso y existo, desde mi razón y desde mi fe, orgullosa y dolorosamente libre.

7 comentarios:

MJ dijo...

Uno de los casos pateticos de ese 'gotero' en las conciencias es el apartheid a ciertos miembros de la sociedad, cada vez mas numerosos entre los mismos niños, que se van considerando 'despreciables': para el sistema educativo, para el trabajo....

MJ dijo...

Cuando lei en mi blog tu comentario: 'I am here', me dio mucha alegria, en medio de ese mundo que haya una voz diciendo:
Here I am, Aqui estoy, Habla Segnor que tu siervo escucha..
Sigo tu blog
Tu amigo hospitalizado tiene suerte.
Que se mejore

Lycaon dijo...

Totalmente de acuerdo. Resulta brutal como se van asentando en nuestra sociedad una serie de "dogmas" de forma totalmente natural, sin imposición aparente, pero, sin embargo, dotados de un status de irresistibilidad frente a cualquier intento de discusión. Espero que tu amigo, que tiene suerte de tener a un amigo como tú, tenga una pronta recuperación.

Jordi Morrós Ribera dijo...

Acabo de mandar un comentario un poco largo y se ha perdido por el camino.

Este sólo es de prueba para ver si es que hay algún problema, y durante el fin de semana volveré a reescribir el que había preparado.

Jordi Morrós Ribera dijo...

Me avanzo al "finde" como dirían mis alumnos de la Universidad y recupero aproximadamente el comentario anterior perdido por estos mundos internáuticos.

Me uno a las felicitaciones anteriores, y en mi opinión me atrevo a afirmar que detrás de este post hay madera de escritor.

Copio una frase en concreto del post:

“los creyentes somos etiquetados frecuentemente por nuestros contemporáneos como escasos de juicio, como esclavos institucionalizados, como rebaño aborregado.”

En nuestra sociedad postmoderna y más o menos líquida no cuesta demasiado dejar de creer en los dogmas religiosos, y la cuestión de fondo es ver cuál es en general el auténtico soporte u objeto de nuestra fe.

Si, más allá de la formulación siempre aproximativa de los dogmas religiosos, tanto los supuestamente creyentes como los supuestamente increyentes hacemos un ejercicio de abismamiento sobre cuál es de verdad este objeto (y siempre de una forma vital y no tan solo declarativa o proclamativa) podemos encontrarnos todos con sorpresas mayúsculas y desconcertantes.

Y para hacer el ejercicio anterior no hay goteros ideológicos, ni modas ni modos ideológicos que valgan.

Joan dijo...

Ahí te has superado, Outsider

Juan Manuel Barba dijo...

Padre, el Tibidabo hace mucho bien iluminado y eso usted debería entenderlo. Despilfarro es lo que se gasta en vicios y no en dar gloria al Sacratísimo Corazón de Jesús.