Me han llegado por varias vías dos FWD que vienen a
manifestar la alarma por un posible intento de asesinar al Papa Francisco. Para
colmo, el predicador de los ejercicios espirituales que nos ha tocado en suerte
este año, un viejecito que debería estar dedicado a menesteres internos en su
congregación en lugar de seguir dando la murga con esquemas postconciliares tan
caducos como infecundos, lo afirmó también: “se lo van a cargar, se lo van a
cargar...”.
El primero que recibí era la reproducción de un artículo de
alguien tan fiable como José Manuel Vidal, bajo el título “¿Francisco es un
peligro o está en peligro?”. Parte el
ínclito periodista de las declaraciones del jesuita José Enrique (Ruiz de) Galarreta.
Para ubicar al sacerdote (condición que ostenta supongo que a su pesar)
Galarreta basta leer algunas de las cosas que escribe. Ahí van dos muestras:
Primera muestra (exegética): «Finalmente, no podemos
olvidar el estilo habitual de estos sermones penitenciales. "Apartaos de
mí, quedaros fuera, el llanto y rechinar de dientes"... son imágenes, no
definiciones dogmáticas. Si alguien saca de aquí conclusiones sobre el infierno
y la condenación eterna, está violentando los textos y exhibiendo su incultura.»
Así que si ustedes leen el Catecismo y cuando trata sobre el infierno encuentran
la cita en su número 1036 (que no hace más que transcribir la Lumen Gentium), pues
nada, ya saben ahora, gracias a Galarreta, que aquello fue redactado y revisado
por un comité de teólogos, exegetas y catequistas dedicados a violentar los
textos, bajo la dirección de una comisión de incultos cardenales y obispos
dirigidos por el inculto cardenal Joseph Ratzinger. Lo bueno que tienen los
jesuitas como Galarreta es que saben como nadie predicar la humildad...para los
demás.
Segunda muestra (sobre la Eucaristía como banquete fraternal
travestido por el poder dominante en sacrificio): «Este alejamiento producido por las
mediaciones se refleja bien en la celebración del Santo Sacrificio. También
aquí, el sacerdote es mediador, intermedio entre los fieles y lo que se
celebra. Es un intermedio alejador. En la cena fraterna no hacen falta
mediadores porque la comunidad se reúne en el recuerdo del Señor, presente en
la Palabra, sentido en la Oración, presente en el Signo. En el Santo Sacrificio
de la Misa son necesarios los mediadores, los sacerdotes, los pontífices, es
decir, los que se declaran puentes entre la comunidad y Cristo. Es una falsa
mediación: no es mediación para acercar, sino para alejar. Primero se crea el barranco
y luego los mismos que lo crean se declaran puentes. Pero la comunidad
cristiana se ha dado cuenta de que los que se dicen puentes no lo son; son más
bien el barranco mismo. Ni la teología metafísica, ni el sacrificio redentor ni
los sacerdotes que lo ofician son puentes que unen a Jesús, sino barrancos que
nos apartan de él». Como para besarle la mano al Padre Garraleta. Lo malo que
tienen los jesuitas como Galarreta es que acaban teniendo razón respecto a
ellos mismos, son verdaderamente alejadores.
El otro personaje citado por Vidal
es el omnisciente Leonardo Boff, quien dice que en el Vaticano hay “una
historia de muchos asesinatos desde hace mucho tiempo” y recuerda el caso de
Juan Pablo I. Total, que se quieren cargar a Francisco, cuidadín.
El segundo FWD, bajo el título “La Curia romana contra el Papa
Francisco” es más divertido, aunque circula sin firma. Algunos ponen como
referencia al pie la Red Mundial de Comunidades Eclesiales. No extraña que
nadie dé la cara. Ahí se mezclan dentro del grupo de los malos malasombra el Opus, los Iluminatti, etc. No sé si la
fuente será el confesor papal, pues se dice que el Papa Francisco tiene el
designio secreto de ordenar mujeres.
No sé si habrá intervenido Método 3 o Snowden, porque se nos dice que Benedicto
XVI confió a Francisco que había renunciado ante el temor de ser envenenado. Si
lo ven por ahí, no se lo pierdan, porque parece, además, redactado por alguien
que lamentablemente no parece haya tenido oportunidad de frecuentar mucho la escuela.
La ventaja de los profetas de calamidades es que siempre aciertan.
Así que si lo matan, dirán que ellos ya lo advirtieron, y, si no lo matan,
dirán que estuvieron a punto, que casi, que Dios lo protegió. Un Papa, como
cualquier Jefe de Estado, está siempre en el punto de mira. Por eso, hay
montado en torno a él un sistema de seguridad. Por eso, su decisión de vivir en
Santa Marta tiene sin duda un valor simbólico, pero por otra parte habrá
resultado bastante cara, porque supone rehacer todo el sistema de seguridad papal
y eso no es gratis. Por ahora, aparte de ciertos nombramientos (que no han
recaído precisamente en personajes de adscripción progresista), los cambios estructurales
han sido más de fachada, de superficie, que de profundidad. En cuanto a esas
modificaciones con las que algunos se ilusionan, tanto en cuestiones morales (particularmente
moral sexual), sacramentales (acceso de la mujer al sacramento del Orden) o
canónicas (supresión del celibato obligatorio) de momento no se concretan y no
van más allá de ciertas declaraciones puntuales que, por su misma ambigüedad,
nada indican y en rigor sólo sirven para despertar cierta nostalgia de la
precisión terminológica y claridad intelectual del Papa anterior.
El problema no es el impulso de enemistad o de querer mal, se
puede querer asesinar a uno o a otro, cada cual tiene sus enemigos. ¿Quién soy
yo para juzgar a los enemigos del Papa Francisco, si buscan al Señor y tienen
buena voluntad? El problema es si hacen lobbys, los lobbys no todos son buenos:
lobbys de admiradores de Madonna, lobbys de corredores de los Sanfermines o...O, sin ir más lejos,
el lobby de pijoprogres que ha decidido que ahora toca alarmar sobre el peligro
de muerte violenta que acecha al querido Papa Francisco.
Bromas
aparte, hoy por hoy, digan lo que digan los Vidales, Boffs, Galarretas y tantos
otros que toman el nombre del Papa en vano, dejando aparte malas novelas o
sospechas que jamás pueden convertir conjeturas en verdades, el único Papa al que
en los tiempos modernos quisieron y casi lograron asesinar fue a ese polaco
revolucionario y progre llamado Juan Pablo II.